Hace seis años, en 2010, Disney lograba una recaudación de más de mil millones de dólares con la adaptación en carne y hueso del clásico de Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas. Esta película, dirigida por Tim Burton, adaptó el cuento infantil a la estética del conocido director, contando con Mia Wasikowska en el papel principal y unos secundarios de lujo como Johnny Deep (Piratas del Caribe) en el papel del Sombrerero Loco, Helena Bonham Carter (todas las películas de Burton) haciendo de la Reina de Corazones o Anne Hathaway (Interstellar, El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace) en el papel de Reina Blanca.
Como he mencionado antes, esa película de 2010 logró una gran recaudación. Y como estamos en Hollywood, no era de extrañar que nos trajeran una segunda parte, dirigida únicamente a recoger el dinero que haya en nuestras carteras. Pero, ¿merece la pena gastarnos los 6, 7, 8 o incluso 10 euros, que puede costar la entrada a la sala? Aquí te contamos nuestra opinión, para que decidas por ti mismo, y no cometas el mismo error que yo cometí.
1- En primer lugar, Alicia a través del espejo no tiene ningún tipo de conexión con su primera parte, aparte de los personajes clásicos de Lewis Carroll. El Conejo Blanco (Michael Sheen), Absolen (Alan Rickman), el gato de Cheshire (Stephen Fry) o los hermanos Tweedle (Matt Lucas) salen en esta película. Pero vamos, que solo eso. Sin peso en la trama, sus únicas aportaciones se basan en apoyar a Alicia con la fuerza de sus pensamientos. Apretando la cara, pensando muy fuerte…
2- Menos mal que tenemos a Bonham Carter en la película. Sus escenas son el único momento en el que consigues reír, ya sea por los chistes del momento o simplemente por su «iracunda» forma de ser. Ella es, sin ninguna duda, lo mejor de la película.
3- La gran incorporación a esta segunda parte es Sacha Baron Cohen (Borat) en el papel del Tiempo. Un villano que no es villano pero que, a golpe de guión, nos presentan como el villano de la cinta. Actor de comedia fácil y excéntrica, que aporta poco a esta película, más allá de unas buenas bromas sobre el tiempo junto al Sombrerero y la Liebre en la mesa de té.
4- Un aporte más y termino, lo prometo. Pero tengo que decirlo. Y es que, para que os hagáis una idea, Tim Burton no ha querido dirigir esta secuela y su nombre solo aparece como productor. Su puesto lo ocupa en esta ocasión James Bobin, director de Los Teleñecos (2011) o Los Teleñecos (2011). Y no, no me he equivocado. Le gustan los teleñecos. Así que bien, nuestro amigo Burton, con buen criterio, desapareció de una película cuyo objetivo resulta ser únicamente recaudatorio.
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