Artículo libre de spoilers
El universo cinematográfico de DC (o como quiera que se llame) lo ha tenido difícil desde el principio. Más aún tras coronarse con una de las trilogías más importantes del siglo XXI, la saga de Batman dirigida por el aclamado Christopher Nolan y que para muchos marcó lo que debía de ser el sobresaliente en el género de superhéroes. A ver quién supera eso.
En 2012, el mismo año en el que llegaba a nuestras pantallas la última entrega de El Caballero Oscuro, Marvel pegaba el pelotazo definitivo con los Vengadores y marcaba la tendencia que muchas franquicias de películas seguirían después: el universo compartido.
Con una saga tan prometedora (y nadie se imaginaba lo que vendría luego) Marvel se presentaba por fin como la clara competencia a DC y ésta, aún siendo la compañía que poseía a los dos héroes más famosos de todos los tiempos, lo tenía bastante complicado. Por un lado, Nolan rápidamente dejó claro su nulo interés en continuar adaptando los cómics del murciélago y, por el otro, a DC le apremiaba probar suerte con su propio universo compartido.
Esto encadenó una serie de proyectos que en absoluto dieron los resultados esperados, ya que DC estaba más pendiente de verse las caras frente a Marvel que de desarrollar obras con personalidad propia. Intentar imitar el estilo oscuro y realista que Nolan le había otorgado al Batman de Christian Bale tampoco acabó de cuajar en proyectos como El hombre de acero o Batman vs Superman, que, aunque incorporaban aspectos interesantes no recibieron el apoyo de la crítica.
Y entonces, llegaron los dos desastres que fueron La Liga de la Justicia y Escuadrón Suicida. La primera, nos presentaba por primera vez al mítico grupo de superhéroes. Tras un catastrófico rodaje resultó ser una cinta de lo más genérica que tan pronto como el público la vio, la olvidó. La segunda, por su parte, más de lo mismo, pero peor.
Escuadrón Suicida consiguió atraer al público en masa gracias a un fantástico trailer que, al ritmo de Bohemian Rhapsody, parecía presentarnos a los Guardianes de la Galaxia de DC. Ni cerca se quedó. Una trama estúpida, unos personajes sin evolución y/o personalidad y el indiscutiblemente más odiado de todos los Joker que se han representado en el cine. A pesar de recaudar una taquilla bastante buena le colgaron la medalla de la peor película de la saga.
Quizás, gracias a tocar fondo, DC supo reinventarse una vez más. Empezaron a centrarse en las películas individuales de sus personajes, unas presentaciones que La Liga de la Justicia nos había negado y que en Marvel si que tuvieron en cuenta antes de meterse en camisas de once varas. Wonder Woman, Aquaman e incluso la poco rentable Shazam han demostrado que, gracias al cambio de rumbo, DC aún puede mostrarnos historias con un tono y estilo propio.
¿Y por qué os cuento todo este rollo si aquí hemos venido a hablar de Birds of Prey? Porque en las franquicias una película vale lo que vale la película anterior. Y aunque el filme presente realmente no sea una secuela de ninguna, es imposible no relacionarla directamente con la catastrófica Suicide Squad, lo que la ha influido muy negativamente en sus resultados en taquilla el fin de semana de su estreno.
Algo bastante injusto, ya que esta aventura protagonizada por Harley Quinn entra perfectamente en el grupo de la nueva corriente que esta tomando DC anteriormente mencionada. Os lo digo yo, que hasta esta misma semana y tras la buena acogida que estaba teniendo en las primeras críticas que se revelaron, ni se me había pasado por la cabeza acercarme a los cines.
La baza principal con la que cuenta Birds of Prey es Margot Robbie (me juego lo que queráis a que antes de 2030 le cuelgan el Oscar). Si bien en la entrega anterior, su desdibujado y sexualizado personaje podría resultar insoportable, en esta no es así. Al estilo del propio Deadpool la misma Harley nos cuenta su historia rompiendo la cuarta pared cuando le viene en gana con una galería de expresiones y muecas propias de su alocada personalidad.
El resto de las protagonistas del grupo cumplen estupendamente, destacando especialmente a Jurnee Smollett-Bell como Canario y a Mary Elizabeth Winstead como La Cazadora, cuyo misterioso personaje se resiente de la poca duración que le otorgan, dejandonos con ganas de más.
La trama se va sucediendo a un endiablado ritmo de una manera no lineal, dando saltos en el tiempo de aquí para allá y jugando con la ventaja de que todo el mundo sepa más que el propio espectador. El argumento, que a ratos recuerda al cine de Guy Ritchie (en su versión inspirada), presenta a cada una de sus antiheroínas por separado, tejiendo una telaraña que inevitablemente las irá guiando hacia un desenlace en común frente al villano de turno, al cual pone cara un solvente Ewan McGregor que añade una logro más a su ya amplio abanico interpretativo.
Aunque no se trate de un caso en el que se haya inventado nada nuevo, Birds of Prey resulta ser increíblemente divertida. Graciosa, ultraviolenta en ocasiones y con unas escenas de acción espectaculares, en parte gracias a unas curradas coreografías que nada tienen que envidiar al mismísimo John Wick (ojito con esa escena en la cárcel) y unos set pieces que literalmente son pura fantasía llenos de purpurina y lentejuelas.
Con todo esto os animo a que os acerquéis a la película sin prejuicios o expectativas de las experiencias anteriores con DC. Y, por favor, no caigamos en esa tendencia que ya se está manifestando en las redes sociales y otras páginas cinéfilas donde la desprecian y desmerecen porque “el feminismo ya aburre”. Y es que si hay algo que no somos en No stage fright, es rancios.
Lo mejor: Margot Puta Ama Robbie
Lo peor: El injusto batacazo que se está pegando en la taquilla
nsf points
Histórico de críticas: https://bit.ly/34l92NB
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