La La Land

5 minutos

Desde hace unos pocos años, el panorama social, político y económico es tan desolador, que muchos han buscado reductos del pasado en los que refugiarse y soñar que vivimos en otra época al más puro estilo de Owen Wilson en Midnight in Paris, paseando junto a Hemingway, escuchando a Cole Porter y enamorándose en las callejuelas parisinas a la luz de la luna.

Y es que al igual que el protagonista de la película de Woody Allen, los hay que no son nostálgicos de su infancia, de los años 80, Star Wars y Los Goonies; sino de épocas que no vivieron y que brillan con la estela de lo que solo se ha idealizado y nunca conocido. Si este es tu caso, La la land está hecha para ti.

Durante 2 horas y 8 minutos, La La Land te sumerge en otra dimensión, distinta a la que vivimos, en la que todo es colorido, la gente canta y baila en los atascos, sale corriendo en tacones en busca del amor y se atreve a luchar por sus sueños (casi) imposibles. Cursi, como puede sonar esto, sorprenderá a más de uno saliendo del cine e improvisando unos pasos de claqué tras ponerse el abrigo o tarareando en la tranquila vuelta a casa en transporte público.

En los Globos de Oro, la película se ha llevado los 7 premios a los que estaba nominada: Mejor Película, Director, Guión Original, Mejor actor, Mejor actriz, Banda Sonora y Canción Original; y tiene todo el sentido, ya que sus puntos fuertes son precisamente la dirección y el guión, la música y sus actores protagonistas.

Damien Chazelle, Ryan Gosling y Emma Stone en la pasada edición de los Golden Globes.

Emma Stone y Ryan Gosling lo petan tantísimo que no se me ocurre una forma pedante de expresarlo mejor. Ambos actúan, cantan y bailan (y Ryan Gosling además, toca el piano) con tanta naturalidad que pareciera que de verdad van andando por la calle y bailando claqué en su vida cotidiana. Tienen escenas, tanto por separado como en pareja, y en ambos casos convencen. Aunque el mérito del guión es de Damien Chazelle, son ellos los que consiguen que la relación de ambos protagonistas sea creíble, así como el paso de odiarse a quererse que recuerda a Cary Grant y Katherine Hepburn en La fiera de mi niña.

La historia no es en absoluto original, si bien es una fusión de los dos tópicos más topicazos de Hollywood: el chica conoce a chico y el ir a la «ciudad de las estrellas» a luchar por tu sueño. Pero precisamente esa es la clave de su éxito. Volver a una historia clásica, y homenajeando a Billy Wilder y Howard Hawks, llevarlo a cabo con una técnica impecable y un guión ágil. A esta adaptación del cine clásico tan solo se añaden unos pequeños detalles de la actualidad, como son los móviles inoportunos, los coches híbridos y los pijos hipsters. El culpable de todo es el antes nombrado Damien Chazelle, director y guionista de la película, que para más referencias, es también el culpable de la también brillante Whiplash.

En este combo solo queda nombrar a Justin Hurwitz, encargado en la música. Ya había trabajado con Chazelle en Whiplash, y si entonces la música ya era un elemento importante, no os voy a explicar como lo es en un musical. Muchos tendréis miedo de que os vuelvan a arrastrar al cine como con Los Miserables y tragaros dos horas de gente cantando absolutamente todo, incluido:-«Cariño, ve calentando la cena que bajo a por el pan». Pero tranquilos, no es ese tipo de musical. Que conste que a mi Los Miserables me parece una j***** obra de arte, pero soy consciente de que es difícil para quien no le gusten los musicales inspirados en el teatro.

En el caso de La La Land, es un musical como lo puede ser cualquier película de Disney: canciones originales que se cantan en momentos concretos para reforzar el mensaje de esa escena concreta. Y al igual que ocurría con Disney en los 90, todas las canciones son buenísimas, tanto en conjunto con individualmente, además de pegajosas de narices (espero que no seáis de los que os desesperáis cuando se os pega una canción).

Dicho todo esto, la única pega que le veo a La La Land es la misma que tiene toda la ola de nostalgia que nos ahoga hoy en día: hacernos creer que todo tiempo pasado fue mejor. Si de verdad vivimos una época triste y gris, quizá la función del cine (y las series) debería ser la de hablar de nuestra realidad y de cómo podemos mejorarla y no servir de cortina de humo. Dicho esto, lo cual ha sido motivo de discusión desde que el cine es cine, ya sea como mero entretenimiento o como espacio para evadirse de la realidad, la película supera todas las expectativas y demuestra que hacer cine de calidad sigue siendo posible con esfuerzo y sobre todo mucho, muchísimo talento.

PD: Como consejo, os recomendaría que veáis la película en versión original. Escuchar como hablan en español y después cantan en inglés y además con otro timbre de voz es siempre un poco raruno, pero siempre al gusto del consumidor.

nsf points

 

Bea Arranz
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