Los spoilers de este artículo están ocultos
El año pasado el director Ari Aster llegó a nuestras vidas con uno de los bombazos del 2018, Hereditary. Una ópera prima inspiradísima que revolucionaba el cine de terror más clásico. Hace unos días llegó a la cartelera la segunda película del estadounidense, Midsommar, despejando toda duda de si el fenómeno que habíamos presenciado con Hereditary se trataba de algo puramente anecdótico, ya que la película que nos ocupa se trata de otra obra maestra del género.
Todo aquel que se proponga el visionado de Midsommar debería hacerlo con la mente de la manera más abierta posible, ya que se trata de un filme que huye de cualquier tipo de tópicos que se suelen ver en la pantalla. No se trata de una película de sustos ni muchísimo menos, sino más bien un terror que se va gestando a un ritmo lento y pausado con una fotografía llena de luz y color, ya que prácticamente la totalidad de los hechos transcurren durante el día, llegando a quejarse los propios protagonistas de que nunca se haga de noche.
Cuenta además con incómodos momentos que provocarán la carcajada a más de uno, logrando en conjunto una obra que, en realidad, es superdivertida de ver. Ojo con aquellas mentes más impresionables que no estén muy acostumbradas al cine gore, hay algunos momentos que pueden ser no aptas para estómagos sensibles.
La película nos cuenta la historia de una pareja que no pasa por su mejor momento cuando deciden viajar con unos amigos hasta una aldea de Suecia para la celebración del festival de Midsommar. Los aldeanos del lugar les animan a participar en sus extrañas tradiciones, las cuales no serán aquellas que esperaban los protagonistas y hasta aquí puedo leer. En general su trama y guión en realidad son bastante sencillos, el poso que te dejará Midsommar es bastante fuerte y seguramente más de una escena se repetirá una y otra vez en tu cabeza los días posteriores.
Sería imposible imaginar esta experiencia sin la excelente interpretación de Florence Pugh (Lady Macbeth) encarnando a Dani. Midsommar consigue que te metas totalmente dentro de la historia y que vayas flipándolo a la par que los pobres turistas americanos. Si esto sucede es gracias a ella.
Desde los primeros minutos Pugh logra esa conexión especial que se da a veces entre el espectador y el personaje y cuando te das cuenta, ya no puedes dejar de mirarla. La angustia, los miedos y la tristeza de Dani plasman una actuación desgarradora que se corona como una de las mejores de todo el 2019. El resto del reparto está bastante bien, especialmente Jack Reynor (Sing Street) como el novio de Dani en un personaje bastante odiable y Will Poynter (Bandesnatch), dueño de casi todos los momentos cómicos.
Por otro lado, hay que destacar la maravillosa dirección de Ari Aster. La cámara apenas de deja de moverse durante sus 145 minutazos (no le sobra ni un segundo, que conste) con algunos planos y movimientos de aplauso, fomentando estos movimientos la incomodidez que se empieza a formar desde los primeros compases de Midsommar. La fotografía y el uso del color regalan una estética preciosista que aunque parezca paradójico encaja totalmente en la atmósfera malrollera que se va formando poco a poco.
Lo mejor
Absolutamente todo. Un peliculón que esperemos que el tiempo ponga en el lugar que se merece y que se trate de un capítulo más en la prometedora e interesante carrera de Ari Aster.
Lo peor
El efecto llamada que suelen hacer las películas de terror. En mi caso di con una sala llena de adolescentes con uno de los públicos más maleducados que recuerdo.
¿Te recomendamos ir a verla?
Sí. Recomendada para todos aquellos que disfrutaron con mother! de Darren Aronofsky y aunque realmente son dos películas muy diferentes entre sí, la sensación de estar contemplando algo único e increíble es muy parecida.
nsf points
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