Youth

4 minutos

Con The Young Pope (2016, HBO), su último trabajo y primera serie hasta la fecha,  Paolo Sorrentino vuelve a estar en boca de todos. Con ello, aprovecho la que será mi primera colaboración para hablaros sobre su proyecto más reciente: La juventud (Youth), estrenada en el Festival de Cannes allá por el lejano 2015.

Un lujoso balneario en los Alpes suizos es la atmósfera escogida para presentarnos una serie de personajes que, dispares, languidecen cada uno a su manera durante unas vacaciones de verano. El núcleo lo componen un magnífico Michael Caine como Fred Ballinger, (cínico director de orquesta y famoso compositor, ya jubilado); y su gran amigo Mick (interpretado por el Harvey Keitel más socarrón), quien trabaja sin descanso en el guión de la que será su última película, una especie de “testamento vital”. Ambos, ya cerca del fin de sus vidas y con el resto de personajes, dejan entrever, entre bromas mordaces y conversaciones más serias, grandes conflictos. Dos sensibilidades distintas, por no decir antagónicas, ante la vida y ante el futuro.

Hasta aquí me he limitado a una mera descripción introductoria de Youth, pero, ¿por qué tienes que verla?

Un actor arrepentido por un papel cuyo frívolo peso le hunde (el excelente Paul Dano), un monje budista sobre el que deberéis sacar vuestras propias conclusiones, el zurdo argentino más diestro de la historia (¿es necesario que escriba Maradona?), una Miss Universo sin un pelo de tonta…Todos chocan; conviven por un segundo en la pantalla y nos hacen reír para luego borrarnos la sonrisa con su abrumadora sinceridad. Sorrentino lo consigue, consigue que de un grupo tan heterogéneo podamos inferir la suave armonía que es la cinta;  y nos acompaña hacia nuestras propias conclusiones.

Es un largometraje que no subestima a su público, sino que lo invita a reflexionar mientras lo ameniza con una historia verosímil, llena hasta los topes del sarcasmo más refrescante. Y eso tiene su mérito.

Youth no solo expresa distintas formas de afrontar la vejez, los desengaños, la intrascendencia o el fracaso. Es una película que, con delicada y sutil ironía, nos hace partícipes de cada discrepancia y cada personaje. No comprendemos del todo lo que hacen, o porqué lo hacen; pero queremos saberlo.

Querríamos saber por qué Fred Ballinger no quiere volver a dirigir una orquesta. Querríamos saber cuánta verdad hay en los feroces y dolorosos reproches de su hija (Rachel Weisz); yo misma quise saber cómo encajaría cada personaje los golpes. El realizador napolitano nos presenta, con una estética y fotografía sublimes (de la mano de Luca Bigazzi), un prisma de seres humanos y sus contrastes. Con una banda sonora, ya os adelanto, fantástica y elaborada. No olvidar la breve pero estelar aparición de la siempre impecable Jane Fonda. ¿Quién entre nosotros no conoce a alguien incapaz de adjudicarse su propia vejez?

En resumen: cada uno se expresa como puede, y trata de contar su historia. A veces nos ahogamos y a veces no. Y al final de la película os daréis de bruces con algo para lo que os han estado preparando unos escasos 123 minutos. Hasta pronto. Y feliz vida.

nsf points

Ines Oliveira
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